Header Ads

🛑 ¿Divorcio o estrategia política? El movimiento que podría redefinir el poder en Baja California

Columna política: Alejandro Cárdenas l Fuerte Noticias

En política pocas cosas son lo que parecen. Y el reciente anuncio de la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, sobre su divorcio con Carlos Torres Torres, excoordinador de proyectos estratégicos y figura clave en su carrera política, ha abierto un debate inevitable: ¿estamos ante una decisión personal o frente a un movimiento calculado con fines políticos?

Durante su conferencia de prensa, la mandataria estatal confirmó lo que desde hace semanas era un secreto a voces: “Estamos en proceso de divorcio, yo respeto mucho a Carlos, es un gran hombre, un gran papá, y lo estamos haciendo con mucho cariño y respeto”, declaró ante los medios. Sin embargo, detrás de esta frase aparentemente privada se esconde un entramado que va más allá del plano personal.

El dato que lo cambia todo

La polémica se intensificó tras la publicación del periodista Luis Chaparro en el portal Pie de Nota, donde reveló información que podría cambiar por completo el sentido de esta historia. Según Chaparro, autoridades estadounidenses habrían ofrecido a Marina del Pilar un “trato”: alejarse de Carlos Torres a cambio de recuperar su visa y salir de la lista negra.

El motivo detrás de esta supuesta negociación sería que Torres estaría bajo investigación en Estados Unidos por presuntamente lo nexos del huachicol

junto a su hermano, una campaña que es investigada a nivel nacional y que busca acabar con ese delito, un señalamiento que, aunque no ha sido confirmado oficialmente, ha comenzado a marcar la conversación política en Baja California.

¿Una estrategia para limpiar la imagen?

Desde esa óptica, el divorcio deja de ser un simple asunto familiar y se convierte en una jugada política estratégica. Varios actores locales tanto políticos como ciudadano consideran que el verdadero objetivo de Marina es rescatar su carrera y limpiar su imagen de cualquier vínculo con quien fuera su principal operador político.

El mensaje que busca proyectar, dicen, es claro: “Torres ya no existe en mi gobierno, ahora las decisiones las tomo yo”.

Este distanciamiento también le abriría el camino para reconfigurar su equipo político rumbo a las próximas elecciones, colocándose en posición de elegir a sus aliados y asegurar influencia en el poder, ya sea manteniendo el control desde el Ejecutivo estatal o preparando el terreno para buscar otro cargo o todo el combo pero seguir ahí.

La sombra que no se va

Pero quienes conocen la historia detrás del ascenso político de Marina del Pilar saben y aseguran que Carlos Torres ha sido más que un esposo: ha sido el arquitecto de su carrera. Fue él quien según múltiples fuentes impulsó su candidatura a diputada federal, la proyectó como alcaldesa de Mexicali y finalmente la llevó a la gubernatura.

Por ello, no son pocos los que creen que, aunque el divorcio se concrete legalmente, Torres seguirá operando tras bambalinas, moviendo piezas desde la sombra y manteniendo influencia en el círculo más cercano del poder estatal como lo habría hecho desde que Marina ganó la elección a gobernadora.

Y aquí surge una de las preguntas más relevantes: si realmente Torres no tenía influencia en las decisiones gubernamentales: ¿se retirarán también los funcionarios que Torres ha colocado en posiciones clave dentro del aparato estatal y municipal? Personajes en áreas estratégicas, como el SAT Baja California o incluso la Administración de Aduanas, han sido señalados como parte de su estructura de influencia. El interrogante es si su salida marcará un verdadero rompimiento o si simplemente se mantendrán como parte de la red política que él diseñó.

Del escritorio a la gubernatura

Marina del Pilar inició su carrera política como asistente del entonces diputado Víctor Morán. Tras concluir esa etapa, se incorporó al equipo de Catalino Zavala, a quien posteriormente, ya como gobernadora, nombró secretario general. Sin embargo, Zavala fue desplazado silenciosamente, como ha ocurrido con varios personajes que en algún momento fueron cercanos a la mandataria.

El 29 de septiembre de 2019, Marina contrajo matrimonio con Carlos Torres, entonces diputado federal y local. Hoy, seis años después, el anuncio de su separación no solo marca el fin de una relación personal, sino posiblemente el inicio de un nuevo capítulo político, uno donde el poder y la estrategia parecen pesar más que el amor.

Realmente la vida personal es tal cual privada, pero en este tema hay mucho interés público al manejar el estado.

La pregunta sigue en el aire: ¿estamos frente a un divorcio real o ante un movimiento cuidadosamente calculado para recomponer el tablero político de Baja California?

Lo cierto es que en el juego del poder no hay decisiones casuales, y el distanciamiento de Marina del Pilar con Carlos Torres podría ser, más que un final, el comienzo de una estrategia para mantenerse vigente, limpiar su imagen y continuar acumulando poder.

Y mientras tanto, la gran incógnita que flota en el ambiente político es si los contratos, los proveedores y los intereses empresariales ligados a Torres seguirán dominando las decisiones estatales… o si el divorcio marcará el inicio de una nueva era política en Baja California.

No hay comentarios.